Tras las elecciones, Cristina Kirchner retomó su agenda centrada en el lawfare y expresó: "Ahora algunos desean que el kirchnerismo desaparezca". En una entrevista con Rafael Correa, exmandatario de Ecuador, ambos líderes compartieron críticas hacia la Justicia y los medios de comunicación.
Cristina Kirchner, sin mencionar directamente a Javier Milei, criticó un discurso político que aboga por la supresión del otro y la eliminación del adversario. Además, señaló que existe una derecha argentina distinta de la de Francia o Italia, que se enfoca en temas como la inmigración, pero no aboga por la supresión del contrario.
La vicepresidenta abordó la situación económica y arremetió contra el Fondo Monetario Internacional, afirmando que ha tomado el control de la economía argentina debido a la enorme deuda contraída. En este contexto, Cristina Kirchner argumentó que no hay democracia en Argentina, ya que en un gobierno democrático, el presidente electo debería dirigir la economía, no un organismo internacional. Además, en el mismo contexto, se desligó de la gestión de Alberto Fernández, al responsabilizarlo del actual Gobierno.
Cristina Kirchner enfatizó que la democracia económica, respaldada por la voluntad del pueblo en elecciones, no existe en estas circunstancias. Esto, según ella, conduce a la degradación de la democracia social y la movilidad ascendente, que ha sido un paradigma para los peronistas.
La entrevista entre Kirchner y Correa se centró en la tesis compartida del lawfare y las críticas habituales a la Justicia y los medios de comunicación, considerándose a sí mismos perseguidos o proscriptos.
Además, Cristina Kirchner señaló el "peligro" de que los ciudadanos se sientan atraídos por voces e ideas que no se alinean con los principios democráticos, dado el fenómeno inédito de trabajadores formales y registrados que viven en la pobreza. Esto, según la vicepresidenta, genera insatisfacción democrática, ya que la democracia tradicional no ofrece soluciones a los problemas de la gente.